Algo tan rutinario como irnos a dormir por la noche cuando llega la hora, no ha sido objeto de estrategia hasta hace bien poco.
Con lo que seguro muchos están familiarizados es con levantarse igual de cansado que cuando nos acostamos o peor, despertarnos aturdidos, con bruma mental e incluso con dolor de cabeza y sin muchas ganas de afrontar la inmensa e intensa jornada.
A partir de ahí muchas tazas de café, té, comida frecuente con mucho carbohidrato y demás energizantes, se hace necesario dando lugar a hábitos ineficaces en busca del despeje mental necesario para salvar el día.
¿Pero qué pasa durante el sueño?
Con las nuevas tecnologías aparecen apps por doquier que parece que lo miden. Yo ya he visto unas cuantas y permiten ver las horas que he estado en la cama, cuántas horas estoy más inmóvil que otras (supuestamente sueño profundo), lo cual puede suponer un punto de partida para conocer nuestros ritmos y tomar conciencia de su importancia.
Lo que realmente es clave es entender la calidad de esas horas de sueño, es decir, las que permiten restaurarnos, recobrarnos del gasto del día y prepararnos para el del siguiente.
Para optar por un análisis de esas características deberíamos recurrir a un centro especializado que evalúe todos esos parámetros (actividad cerebral, consumo de oxígeno y otros datos de salud) y analice el paso por las diferentes fases del sueño, tan cruciales para un descanso adecuado.
A falta de optar por este circuito ideal de análisis se puede ir mejorando si vamos incorporando nuevas rutinas que facilitadoras de sueño que promueven el despertar más tonificado y óptimo. Tenemos que aprender a mimar nuestro sueño facilitando lo adecuado para ralentizar la actividad cerebral y relajar el cuerpo.
¿Qué podemos hacer? Empezando por la luz
Un par de ideas para poner en práctica que seguro marcaran la diferencia entre el antes y después de haber implementado estos nuevo hábitos. Debemos entender el impacto de la luz en el cerebro:
La luz y el brillo procedente de las pantallas de los dispositivos con los que interactuamos (tabletas, smartphones, ordenadores, ..) son activadores de vigilia y no de descanso. Son activadores de alerta y pueden alterar la secreción de la melatonina (hormona inductora del sueño), por eso es importante dejar un par de horas antes de dormir el uso de dispositivos.
Hay algunos fabricantes que conocedores de esto han incluido como nueva funcionalidad en su sistema operativo el cambio de luz, a medida que va terminándose el día se puede tornar más cálida y suave. En cuanto al brillo, uno mismo debe reducirlo.
Esas dos horitas antes de dormir deberíamos estar en una habitación con la luz suave. Si vamos a leer en el salón o la cama con bombillas cálidas, si vamos a ver la tele, poner detrás de la pantalla una luz cálida que además da un ambiente muy acogedor.
Mientras que los gadgets avanzan, pues llegarán a predecir qué nos pasa, podemos ir avanzando en promover la calidad de nuestro sueño, rutinas clave para promover nuestro alto rendimiento y longevidad.
Los rituales para un descanso reparador son muchos, vayamos fijando hábitos poco a poco, empezando hoy por los de la luz.
¡Felices sueños!