En este verano, tan atraídos por las proezas deportivas, quizá sea un buen momento aprovechando nuestros días de descanso, de reflexión sobre cómo trabajar en nosotros mismos para superarnos ante las adversidades, cómo mantenernos en forma mentalmente y ser cada vez más fuertes y resistentes. Seguro que nos hace mucho más llevadero el regreso a las obligaciones profesionales…
Pienso en esto, porque leía en estos días unas recomendaciones procedentes de entornos deportivos de élite sobre cómo hacer más fácil el obtener resultados en el entrenamiento físico particular. No pude evitar considerar transferir esas claves al entorno profesional, en el que seguro la mayoría desearía sentirse y ejecutar como un atleta …corporativo.
Adoptar una mentalidad que nos permita llevarnos a ese nivel psico-físico superior requiere poner en práctica unas pocas claves que si se tienen presentes a diario, nos harán conseguir el objetivo. Como básicas quería compartir:
La primera, se centra en establecer períodos de recuperación estratégica en cada una de las actividades que se realicen. Dado que en época de crisis parece que debemos trabajar por varios, es esencial autogestionar nuestras reservas y evitar a largo plazo las consecuencias de su desgaste. Si cada jornada la fraccionamos en bloques de 90 minutos de trabajo combinados con unos 5, 10 de descanso con actividades distractoras estratégicas para el cerebro, se evitaría mucho de la sensación de sobrecarga, bajo nivel de rendimiento, posterior agotamiento y hasta síndrome de estar quemado.
La segunda, sugiere priorizar en la calidad más que en la cantidad. Más eficiencia y menos horas de estancia en la oficina.
La tercera, seguir el principio de “menos es más”. Cada día dedicar un poco de tiempo al cuidado de la salud: nutrición, movimiento, actividades extras de ocio, etc.
Al igual que en el éxito olímpico, la eficiencia corporativa debería estar basada en la eficiencia de ejecución, velocidad y potencia; por ello, debemos cuidar de nosotros mismos y así ¡vencer la prueba!.