Resulta que bajo tensión sostenida aumentan las necesidades de este mineral, lo cual lo hace indispensable para afrontar el estrés.
Es el cuarto mineral más abundante en el cuerpo, la mitad se encuentra en los huesos y la otra mitad en el interior de las células, tejidos y órganos. Es indispensable para todos los procesos de producción energética de parte de las células del cuerpo. Es esencial para un buen rendimiento mental, su falta afecta a la memoria, resulta difícil la retención. Favorece la circulación sanguínea obstaculizando la formación de trombos y bajando la tensión arterial.
Pero se convierte aún más imprescindible con el estilo de vida actual con las jornadas repletas de sobrecarga laboral. Ante esas situaciones el cuerpo aumenta el consumo de magnesio para generar un doble efecto, por un lado proporcionar más energía y por otro relajar la activación muscular a la que el cuerpo se ve sometido cuando está bajo tensión, es un potente relajador natural, si hay déficit no podemos desactivar completamente nuestra respuesta de estrés.
Si no hay magnesio suficiente a partir de la dieta o poco descanso entre los episodios de estrés, las reservas del cuerpo se agotan lentamente. Ello daría lugar a mayor presión arterial, alteraciones de los latidos del corazón, y por tanto mayor riesgo de los ataques del corazón o la angina de pecho.
Además está relacionado con la clave de nuestro estado mental y emocional, ya que dietas pobres en magnesio favorecen la depresión.
Los estudios dicen que un alto porcentaje de la población vive con los niveles bajos de magnesio en su cuerpo, algunos de los síntomas de su deficiencia son: tensión muscular, espasmos, temblores, irritabilidad, fatiga, dificultad para quedarse dormido, asma, bajos niveles de energía, dolor de cabeza, dolor muscular, ansiedad, nerviosismo, huesos débiles, rechinar de dientes, dificultad respiratoria y problemas cardíacos.
Los niveles de magnesio decrecen con los años y no es fácil reponerlo. Las necesidades diarias recomendadas son 300-400mg.
¿Dónde lo encontramos? En vegetales verdes como las espinacas (el núcleo de la molécula de clorofila, que les da el color verde, es lo que contiene magnesio), judías, acelgas, brócoli, algunas legumbres (guisantes, fríjoles), nueces, cacahuetes, pistachos, anacardos, avena, cereales integrales, plátanos, moras, dátiles, higos, mangos, sandías, aguas consideradas “duras” contienen más magnesio que las blandas.
Aunque la forma más fiable de recibir el suministro de magnesio es a través de la Terapia Transdermal dado que parte de su aporte oral se pierde en los intestinos. El Dr. Sircus, autor de “Transdermal Magnesium Therapy”, texto de referencia médica en la que presenta el aceite de magnesio, explica cómo se puede aplicar sobre la piel o mediante baños medicinales para una completa absorción por vía dermal.
Echando unas gotitas de cloruro de magnesio al agua de baño o frotando aceite de magnesio en el cuerpo antes de acostarse obtenemos una sedación natural, facilitando el sueño y garantizando un sosiego muscular que facilita la renovación…
Felices y “aceitosos” sueños…