Leía en estos días algo que me ha parecido interesante compartir con mis lectores. Aunque ya sabemos por numerosas fuentes las bondades de las diferentes vitaminas, lo que no sabíamos es cuál es la más importante en el cuidado de la salud. Resulta que a pesar de la gran popularidad en cuanto a beneficios que tienen otras, la que está considerada como más importante ¡es la D!
Niveles óptimos de vitamina D ayudan a crecer y mantener los huesos fuertes, proteger contra enfermedades del corazón y estimular el sistema inmunológico para proteger contra resfriados, gripe e incluso algunos tipos de cáncer (colón, próstata y de mama). Pero también es un micronutriente que favorece la belleza, una piel luminosa y saludable. Ayuda a reemplazar las células muertas, promueve la actividad de las sanas, permite retener la humedad para mantener la piel suave, flexible. Sin suficiente vitamina D se da mayor flacidez y propensión a arrugas.
¿Cómo obtenemos la Vitamina D necesaria? La piel es el órgano fundamental que metaboliza la vitamina D del sol, pero un exceso sabemos lo peligroso que es. Por tanto no debemos depender solo de la exposición al sol para nuestra dosis diaria, podemos recurrir a ciertos alimentos y/o suplementos.
El aporte diario recomendado por las autoridades sanitarias son entre 400-1000 UI (unidades Internacionales, que son el estándar para dosificar la cantidad diaria de ciertas vitaminas).
Los alimentos que aportan la vitamina D son la leche, yogurt, cereales (especialmente enriquecidos con vitamina D), atún (conserva en aceite), salmón, sardinas, caballa (enlatadas) y yema de huevo.
A medida que avanzamos en edad, la piel pierde la capacidad para sintetizar la vitamina D, de modo que debemos estar atentos a tomarla para disfrutar de todas sus propiedades el mayor tiempo posible.
¡A por una mayor salud con vitamina D sin que nos dañe el sol!